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EDICION VIRTUAL DEL PERIODICO DE MARIA DE LAS CARCELES | AÑO 2 NRO. 5 | JULIO 2002
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Carta de los lectores.

¿Por qué cambió mi niño?
Ya han pasado 19 años llevando la imagen hacia atrás. Lo recuerdo recién nacido, su primera sonrisa, su llanto reclamando la mamadera, sus primeros pasos, el primer día de jardín de infantes. Hoy contemplo las fotos de ese entonces, y qué feliz se lo ve a través de las fotos y el tiempo transcurrido. También lo recuerdo jugando a la pe-lota en el campo de deportes de nuestro barrio y cuando llegaba a casa sucio de pies a cabeza después de jugar al rugby en la plaza los días de lluvia. Lo recuerdo siempre contento, feliz, con una sonrisa amplia, mostrando sus dientes grandes, ojos picarones; mi niño era cariñoso, besuquero hasta el cansancio.

Pasó el tiempo y mi niño llegó a la adolescencia. Crecieron sus alas y comenzó a soñar, a volar y a soñar, creyendo que volando podía llegar lejos. Un día no volvió a casa, lo busqué y lo encontré con sus alas rotas en una comisaría. Se había dado el primer y gran golpe de su vida, que él creía fácil. Le pedí, le rogué hasta el cansancio que no repitiera, que se alejara de las malas compañías. Le insistía que así iba por mal camino, pero él quería volar y volar. Hasta que un día, cinco hombres uniformados lo agarraron y lo pusieron en una jaula, que ellos dicen, lo va a curar.

Ya han pasado tres meses. Hoy lo miro y no veo su sonrisa. Sus ojos están tristes. La pena de su alma se refleja en su rostro. De su boca sólo salen palabras de autocastigo. Yo lo abrazo y lo beso como él hacía conmigo cuando era niño. Le repito palabras de aliento para que sepa que su mamá está, pese a que el niño que tuve, lo perdí.

Cuando fui a visitarlo a la comisaría donde estaba detenido, fue toda una odisea. Y verlo encerrado en un penal es muy traumático. Además, pareciera ser que no solamente ellos pierden sus derechos, sino también los familiares que vamos a visitarlo. Las reglas las ponen otros y uno no tiene más que cumplirlas.

Por ejemplo, le llevo comida y no la recibe. Pareciera que las visitas deben atravesar un laberinto, porque, aunque se viaje desde lejos, no está garantizado que siempre se llegue a ver a los internos.

Para viajar tengo que poner en movimiento a toda la familia. Ver cómo puedo viajar, hacer un sacrificio para comprar los alimentos, buscar transportes más económicos y horarios que coincidan para volver al trabajo y no perderlo. Después de mucho trajinar llego a destino. Me piden una serie de requisitos en cuanto a papeles, revisación, para después encontrarme con mi hijo en estado inhumano. Está resentido, a veces con odio, depresivo. Pide perdón por el sufrimiento que me ha ocasionado y se castiga con sus propias palabras. No pide nada y desea estar más abandonado de lo que se siente. Se encierra en sus pensamientos, donde yo no puedo llegar, no me lo permite.

Dios mío, ¿dónde está mi niño?, el que alguna vez tuve en mis brazos, al que cuidé y amé con toda mi alma. Pero seguramente en un descuido lo perdí. Hoy debo aprender mucho por este golpe bajo que el destino ha puesto en mi camino, y tiene que servirme para darme cuenta de muchas cosas. Pero solamente pienso en mi niño, ¿lo recuperaré? ¿Lo reintegraré a la sociedad?

Quizás, algún día no muy lejano, lo sabré y esta herida abierta y sangrante que tengo en mi alma pueda cerrarse no solo para mí, que soy su mamá, sino para toda la familia que sufre por un niño perdido. Mis ruegos son, ¡Señor, ten piedad de nosotros!

Una mamá.



Una historia anónima
Cuando en el cine vemos que la película comienza con el anuncio. "basada en hecho reales..." nos aprestamos para ver cómo la vida supera a la ficción. Así es esta historia ... ¡es real! ....Esta es la historia de mi amiga Lola y su hermana Luisina, (ambos nombres obviamente, son ficticios), pero todo lo que voy a contar es verdad.

En 1998 por primera vez el diario La Nación se interesó en nosotros, la perio-dista Cynthia Palacios vino a la Parroquia del Carmelo a hacernos una nota. Ese día el Espíritu Santo voló sobre todos y el clima logrado con la charla estuvo lleno de amor y solidaridad, la pregunta que Cynthia les hizo a los integrantes del Grupo Familias fue: "¿Qué significa María de las Cárceles en tu vida?" Las respuestas nos llenaban de amor, nos hablaban de dignificación, de pertenencia, de afecto, de solidaridad, de todo lo bueno que los seres humanos tenemos cuando nos juntamos con un propósito determinado: ayudar al otro. Fue tal el "enganche" que tuvo Cynthia con nosotros, que nos propuso hacer un pequeño suelto solicitando un par de anteojos que se necesitaban con urgencia para un niño del grupo antes de que saliera la nota completa.

El lunes que sale el suelto en La Nación, entre todos los llamados que recibí hubo uno muy especial. Una señora me anunció que ella ayudaba mucho a mucha gente, me hizo una lista de todas sus actividades, y me preguntó si podía ayudarnos. Me cayó bastante pesada, creí que se quería dar dique de todo lo que donaba, porque en realidad, ¿quién va a llamar a otros para preguntar si tal persona le dona cosas, o dinero, o alimentos o lo que sea? Pero mi sorpresa fue enorme cuando me dijo que ponía como condición que no supié-ramos ni preguntáramos jamás, quién era, ni dónde vivía o trabajaba, y sólo ella se pondría en contacto con no-sotros, de esta manera no hay forma de comunicarse con ella y su familia. Nos ayudaban si aceptábamos, y concluyó: "Mi nombre es Lola, eso es todo lo que sabrán siempre". Le dije que sí a todo, y cuando colgué el teléfono pensé: "¡Dios mío, otra loca!!!".

Como yo tenía previsto, por mi vasta experiencia en posibles donantes, ni apareció. Pasaron, más o menos, 3 se-manas y Cáritas del Carmelo, que hasta ese momento era la institución que nos ayudaba con los alimentos, me comunica que no va a poder darnos más alimentos porque hubo recortes de gastos y....bueno.... todos los argumentos que ya se conocen.

Desesperada me fui al Sagrario, "Dios ¿qué te pasó? Vos sabés lo que esta gente necesita esos alimentos que una vez a la semana les damos. Ahora ¿qué voy a hacer?" Instantáneamente sentí una paz muy grande, y supe que cuando Él nos cierra una puerta sin duda nos abre una ventana en otro lado, Sé que Él quiere que hagamos esta tarea así que está cubriendo nuestras espaldas, por lo que sencillamente me fui a casa.

Como siempre Dios contesta con hechos a nuestras palabras, por lo que no me sorprendí cuando recibí una llamada de la Sra. Lola, que me cuenta que había tenido una serie de inconvenientes, por eso no me había llamado antes, pero que ahora podía empezar a ayudarnos, me lee la lista de alimentos que yo en la primera llamada le había pasado y me dice: "¿Con eso es suficiente, verdad? Espérenme, yo a las 18 hs estoy en el Carmelo", y cortó. Me quedé re feliz, me sentí amada por Dios e inmediatamente hice una Acción de Gracias para Tata Dios, ser agradecida es muy, muy importante.

A las 17 hs me fui a la Parroquia... comenzaron a llegar los integrantes del Grupo Familias y....a las 18:30 hs todavía no había ni noticias.... Lola llegó casi a las 19 hs con un cargamento imposible de creer. La gente miraba azorada porque era tanto que parecía que se había abierto para nosotros el Cuerno de la Abundancia, y así comenzó este trayecto juntas.... desde entonces no falla un miércoles sin que se acerque a nosotros trayendo alimentos.

Hemos hecho muchas cosas juntas: el patio de los Pabellones de HIV de la UP2 de Devoto, muebles, vajilla, heladeras, mantas, pintura y, además, alimentos cada 15 días para los Pabellones y las Salas del Hospital de HIV de la UP2 de Devoto. Cuando nos ofrecieron comprarnos la casa o el auto, me pareció que todavía no estábamos preparados para recibirlos, por lo que decliné el ofrecimiento, (lo que sucede ahora es otra cosa y no es éste el lugar para comentarlo). Recibimos los alimentos para las familias de los internos cada semana, también llevamos alimentos cada 15 días a las cárceles de Florencio Varela, y una vez al mes hacemos una compra grande para los 14 Pabellones Católicos de la UP1 de Olmos, En el año 2001 hicimos la refacción de la Requisa de las familias de la UP1 de Olmos, cuando instalamos el Taller de Sastrería en la UP32 de F. Varela nos compraron una máquina overlock de 5 hilos. Siempre que necesitamos algo están ahí Lola y Luisina para ayudarnos.

Ahora, ya después de tantos años, Lola y yo somos amigas, nos contamos nuestras cuitas, salimos a comer juntas, nos tomamos unos cafecitos en Alto Palermo re lindos donde nos reímos de muchas cosas, podemos decir que compartimos la vida, la crianza de nuestros hijos, los avatares de la Argentina, los proyectos de María de las Cárceles, la Facultad de Luisina y sus exámenes. Pero así y a pesar de todo esto no conozco su apellido, no sé dónde vive, tengo una ligera idea de en qué barrio trabaja, y si ella no me llama por teléfono yo no tengo cómo ubicarla. Fue la condición que me puso y la respeto a rajatabla, ser amiga es también eso, respetarnos mutuamente.

Estoy segura de que el anonimato que estas hermanas mantienen y que, gracias al compromiso asumido, siguen ayudándonos desde entonces, enaltece lo que hacen. Nos llena de esperanza de un mundo mejor y nos dice que todo se puede porque se hacen eco de las pa-labras de San Agustín: "Ama y haz lo que quieras". Porque sé que cuándo les toque llegar al Tribunal Supremo vamos a ser una de sus tarjetas de presentación.

Sobre todo ahora que nos quejamos de vivir en una sociedad sin valores, que está todo tan revolucionado, tan caótico, que estamos con los piqueteros cerrando las rutas, hay empresarios, como Lola y Luisina, que apuestan a la dignificación del otro compartiendo sus ganancias, sin colgarse la chapa de "soy solidaria". Cuánto tienen para enseñarnos, ¿no?

Juro que todo lo que conté es la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Lo juro ante Dios nuestro Señor y lo hago porque creo que hechos como éstos deben ser compartidos y dados a conocer. Dios bendiga a Lola y Luisina, por siempre.

Los saludo en el amor de María y Jesús.

Adriana von Kaull

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