Correo Carta de los lectores.
¿Por qué cambió mi niño?
Ya han pasado 19 años llevando la imagen hacia atrás.
Lo recuerdo recién nacido, su primera sonrisa, su llanto
reclamando la mamadera, sus primeros pasos, el primer día
de jardín de infantes. Hoy contemplo las fotos de ese entonces,
y qué feliz se lo ve a través de las fotos y el tiempo
transcurrido. También lo recuerdo jugando a la pe-lota en
el campo de deportes de nuestro barrio y cuando llegaba a casa sucio
de pies a cabeza después de jugar al rugby en la plaza los
días de lluvia. Lo recuerdo siempre contento, feliz, con
una sonrisa amplia, mostrando sus dientes grandes, ojos picarones;
mi niño era cariñoso, besuquero hasta el cansancio.
Pasó el tiempo y mi niño llegó a la adolescencia.
Crecieron sus alas y comenzó a soñar, a volar y a
soñar, creyendo que volando podía llegar lejos. Un
día no volvió a casa, lo busqué y lo encontré
con sus alas rotas en una comisaría. Se había dado
el primer y gran golpe de su vida, que él creía fácil.
Le pedí, le rogué hasta el cansancio que no repitiera,
que se alejara de las malas compañías. Le insistía
que así iba por mal camino, pero él quería
volar y volar. Hasta que un día, cinco hombres uniformados
lo agarraron y lo pusieron en una jaula, que ellos dicen, lo va
a curar.
Ya han pasado tres meses. Hoy lo miro y no veo su sonrisa. Sus
ojos están tristes. La pena de su alma se refleja en su rostro.
De su boca sólo salen palabras de autocastigo. Yo lo abrazo
y lo beso como él hacía conmigo cuando era niño.
Le repito palabras de aliento para que sepa que su mamá está,
pese a que el niño que tuve, lo perdí.
Cuando fui a visitarlo a la comisaría donde estaba detenido,
fue toda una odisea. Y verlo encerrado en un penal es muy traumático.
Además, pareciera ser que no solamente ellos pierden sus
derechos, sino también los familiares que vamos a visitarlo.
Las reglas las ponen otros y uno no tiene más que cumplirlas.
Por ejemplo, le llevo comida y no la recibe. Pareciera que las
visitas deben atravesar un laberinto, porque, aunque se viaje desde
lejos, no está garantizado que siempre se llegue a ver a
los internos.
Para viajar tengo que poner en movimiento a toda la familia. Ver
cómo puedo viajar, hacer un sacrificio para comprar los alimentos,
buscar transportes más económicos y horarios que coincidan
para volver al trabajo y no perderlo. Después de mucho trajinar
llego a destino. Me piden una serie de requisitos en cuanto a papeles,
revisación, para después encontrarme con mi hijo en
estado inhumano. Está resentido, a veces con odio, depresivo.
Pide perdón por el sufrimiento que me ha ocasionado y se
castiga con sus propias palabras. No pide nada y desea estar más
abandonado de lo que se siente. Se encierra en sus pensamientos,
donde yo no puedo llegar, no me lo permite.
Dios mío, ¿dónde está mi niño?,
el que alguna vez tuve en mis brazos, al que cuidé y amé
con toda mi alma. Pero seguramente en un descuido lo perdí.
Hoy debo aprender mucho por este golpe bajo que el destino ha puesto
en mi camino, y tiene que servirme para darme cuenta de muchas cosas.
Pero solamente pienso en mi niño, ¿lo recuperaré?
¿Lo reintegraré a la sociedad?
Quizás, algún día no muy lejano, lo sabré
y esta herida abierta y sangrante que tengo en mi alma pueda cerrarse
no solo para mí, que soy su mamá, sino para toda la
familia que sufre por un niño perdido. Mis ruegos son, ¡Señor,
ten piedad de nosotros!
Una mamá.
Una historia anónima Cuando en el cine vemos que la película comienza con el
anuncio. "basada en hecho reales..." nos aprestamos para
ver cómo la vida supera a la ficción. Así es
esta historia ... ¡es real! ....Esta es la historia de mi
amiga Lola y su hermana Luisina, (ambos nombres obviamente, son
ficticios), pero todo lo que voy a contar es verdad.
En 1998 por primera vez el diario La Nación se interesó
en nosotros, la perio-dista Cynthia Palacios vino a la Parroquia
del Carmelo a hacernos una nota. Ese día el Espíritu
Santo voló sobre todos y el clima logrado con la charla estuvo
lleno de amor y solidaridad, la pregunta que Cynthia les hizo a
los integrantes del Grupo Familias fue: "¿Qué
significa María de las Cárceles en tu vida?"
Las respuestas nos llenaban de amor, nos hablaban de dignificación,
de pertenencia, de afecto, de solidaridad, de todo lo bueno que
los seres humanos tenemos cuando nos juntamos con un propósito
determinado: ayudar al otro. Fue tal el "enganche" que
tuvo Cynthia con nosotros, que nos propuso hacer un pequeño
suelto solicitando un par de anteojos que se necesitaban con urgencia
para un niño del grupo antes de que saliera la nota completa.
El lunes que sale el suelto en La Nación, entre todos los
llamados que recibí hubo uno muy especial. Una señora
me anunció que ella ayudaba mucho a mucha gente, me hizo
una lista de todas sus actividades, y me preguntó si podía
ayudarnos. Me cayó bastante pesada, creí que se quería
dar dique de todo lo que donaba, porque en realidad, ¿quién
va a llamar a otros para preguntar si tal persona le dona cosas,
o dinero, o alimentos o lo que sea? Pero mi sorpresa fue enorme
cuando me dijo que ponía como condición que no supié-ramos
ni preguntáramos jamás, quién era, ni dónde
vivía o trabajaba, y sólo ella se pondría en
contacto con no-sotros, de esta manera no hay forma de comunicarse
con ella y su familia. Nos ayudaban si aceptábamos, y concluyó:
"Mi nombre es Lola, eso es todo lo que sabrán siempre".
Le dije que sí a todo, y cuando colgué el teléfono
pensé: "¡Dios mío, otra loca!!!".
Como yo tenía previsto, por mi vasta experiencia en posibles
donantes, ni apareció. Pasaron, más o menos, 3 se-manas
y Cáritas del Carmelo, que hasta ese momento era la institución
que nos ayudaba con los alimentos, me comunica que no va a poder
darnos más alimentos porque hubo recortes de gastos y....bueno....
todos los argumentos que ya se conocen.
Desesperada me fui al Sagrario, "Dios ¿qué te
pasó? Vos sabés lo que esta gente necesita esos alimentos
que una vez a la semana les damos. Ahora ¿qué voy
a hacer?" Instantáneamente sentí una paz muy
grande, y supe que cuando Él nos cierra una puerta sin duda
nos abre una ventana en otro lado, Sé que Él quiere
que hagamos esta tarea así que está cubriendo nuestras
espaldas, por lo que sencillamente me fui a casa.
Como siempre Dios contesta con hechos a nuestras palabras, por
lo que no me sorprendí cuando recibí una llamada de
la Sra. Lola, que me cuenta que había tenido una serie de
inconvenientes, por eso no me había llamado antes, pero que
ahora podía empezar a ayudarnos, me lee la lista de alimentos
que yo en la primera llamada le había pasado y me dice: "¿Con
eso es suficiente, verdad? Espérenme, yo a las 18 hs estoy
en el Carmelo", y cortó. Me quedé re feliz, me
sentí amada por Dios e inmediatamente hice una Acción
de Gracias para Tata Dios, ser agradecida es muy, muy importante.
A las 17 hs me fui a la Parroquia... comenzaron a llegar los integrantes
del Grupo Familias y....a las 18:30 hs todavía no había
ni noticias.... Lola llegó casi a las 19 hs con un cargamento
imposible de creer. La gente miraba azorada porque era tanto que
parecía que se había abierto para nosotros el Cuerno
de la Abundancia, y así comenzó este trayecto juntas....
desde entonces no falla un miércoles sin que se acerque a
nosotros trayendo alimentos.
Hemos hecho muchas cosas juntas: el patio de los Pabellones de
HIV de la UP2 de Devoto, muebles, vajilla, heladeras, mantas, pintura
y, además, alimentos cada 15 días para los Pabellones
y las Salas del Hospital de HIV de la UP2 de Devoto. Cuando nos
ofrecieron comprarnos la casa o el auto, me pareció que todavía
no estábamos preparados para recibirlos, por lo que decliné
el ofrecimiento, (lo que sucede ahora es otra cosa y no es éste
el lugar para comentarlo). Recibimos los alimentos para las familias
de los internos cada semana, también llevamos alimentos cada
15 días a las cárceles de Florencio Varela, y una
vez al mes hacemos una compra grande para los 14 Pabellones Católicos
de la UP1 de Olmos, En el año 2001 hicimos la refacción
de la Requisa de las familias de la UP1 de Olmos, cuando instalamos
el Taller de Sastrería en la UP32 de F. Varela nos compraron
una máquina overlock de 5 hilos. Siempre que necesitamos
algo están ahí Lola y Luisina para ayudarnos.
Ahora, ya después de tantos años, Lola y yo somos
amigas, nos contamos nuestras cuitas, salimos a comer juntas, nos
tomamos unos cafecitos en Alto Palermo re lindos donde nos reímos
de muchas cosas, podemos decir que compartimos la vida, la crianza
de nuestros hijos, los avatares de la Argentina, los proyectos de
María de las Cárceles, la Facultad de Luisina y sus
exámenes. Pero así y a pesar de todo esto no conozco
su apellido, no sé dónde vive, tengo una ligera idea
de en qué barrio trabaja, y si ella no me llama por teléfono
yo no tengo cómo ubicarla. Fue la condición que me
puso y la respeto a rajatabla, ser amiga es también eso,
respetarnos mutuamente.
Estoy segura de que el anonimato que estas hermanas mantienen y
que, gracias al compromiso asumido, siguen ayudándonos desde
entonces, enaltece lo que hacen. Nos llena de esperanza de un mundo
mejor y nos dice que todo se puede porque se hacen eco de las pa-labras
de San Agustín: "Ama y haz lo que quieras". Porque
sé que cuándo les toque llegar al Tribunal Supremo
vamos a ser una de sus tarjetas de presentación.
Sobre todo ahora que nos quejamos de vivir en una sociedad sin
valores, que está todo tan revolucionado, tan caótico,
que estamos con los piqueteros cerrando las rutas, hay empresarios,
como Lola y Luisina, que apuestan a la dignificación del
otro compartiendo sus ganancias, sin colgarse la chapa de "soy
solidaria". Cuánto tienen para enseñarnos, ¿no?
Juro que todo lo que conté es la verdad, toda la verdad
y nada más que la verdad. Lo juro ante Dios nuestro Señor
y lo hago porque creo que hechos como éstos deben ser compartidos
y dados a conocer. Dios bendiga a Lola y Luisina, por siempre.
Los saludo en el amor de María y Jesús.
Adriana von Kaull
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