Correo
Sra. Directora Periódico (márgenes):
Estoy detenido en la Unidad 1 Lisandro- Olmos, alojado en el
Hospital Central Penitenciario Bonaerense en la sala n°1. Me
atreví a escribirle porque me la paso leyendo, y llegó
a mis manos su diario en el día de hoy, es por eso que al
leerlo me emocionó mucho todo lo que usted junto a su equipo
hace por nosotros. Pero más allá de ser católico,
lo que más me motivó para escribirle es por todo lo
que hacen y desearles de todo corazón que sigan así
porque no todo es malo en la vida. Me gustaría mucho tener
comunicación con ustedes, también quisiera felicitar
al señor Damián Fernández Pedemonte (Profesor
e investigador del CONICET) por todo lo que nombra en sus notas
sobre el tratamiento que dan los medios al delito. Habla claramente
de cómo los medios nos juzgan a nosotros antes que los juzgados.
Quisiera conocerlos personalmente, o por lo menos recibir correspondencia
de ustedes. Tengo 51 años, mis hijos me visitan cada tanto
porque estoy separado y me comunico con mi hermana mayor.(...)
Espero que este año traiga felicidad y trabajo para la
gente, que el 2002 empiece mejor que el anterior con paz y más
amor.
Perrone.
Queridas Adriana y Silvia:
Deseo de todo corazón que en el año que acaba
de comenzar se cumplan todos sus deseos. Que las fiestas de Navidad
y Año Nuevo las haya encontrado entre los suyos y sobre todos
en PAZ. Que en estos tiempos tan convulsionados y de incertidumbre,
no es poco. Eso fue lo que le pedí a Dios para ustedes, paz,
al igual que para los míos.
Quiero aprovechar la presente para agradecer sinceramente (y
sé que al ha-cerlo hablo también por todos mis compañeros
de catequesis, incluso los de otros penales que no conozco) su obra.
En estos días donde lo que parece primar es el "sálvese
quien pueda", el egoísmo, el interés material,
el desinterés por las personas, etc., encontrar seres humanos,
más humanos que seres, que trabajan sin otro fin ulterior
que el del bien del prójimo, cosa esta que dicha así
a la ligera, puede no resultar impresionante, pero puedo asegurarles
chicas que realmente lo es. Conmueve hasta las lágrimas las
caricias en el alma que de ustedes recibimos: marcaron mi vida.
Conocerlas fue una de las cosas más importante de mi vida.
Hablando en lo personal y dejando de lado lo religioso (alguna
vez lo hablé con vos, Adriana) nunca había creído
en Dios hasta que lo vi, y te conté de qué manera.
Cuando mi hija menor Carolina nació y, contra todo pronóstico
científico, peleó y ganó. Lo vi, vi su señal,
empecé (cuando menos) a pensar que Algo debería haber.
Alguien debe regir nuestros destinos. Dos años y medio después
las conocía a ustedes que me hicieron pensar (para eso acá
nos sobra el tiempo) ¿por qué carajo estas dos minas
se calientan por venir a vernos a nosotros, sin siquiera conocernos?
A esto sumé sus enseñanzas en cuanto a oraciones y
descubrí con gran beneplácito de mi parte, lo importante,
tera-péutico e incluso expeditivo y funcional de la oración.
Desde que en Marzo de 2001 nos trajeron los Rosarios con los folletos
de cómo rezarlo no hubo un día, (ni uno sólo)
en que no lo haya rezado completo, incluso muchos días generalmente
los días en que me encuentro abatido, con la guardia y la
moral bajas, lo rezo varias veces al día.
Recuerdo una anécdota, cuando nos trajeron los folletos para
aprender a rezarlo, le pregunté a Silvia algo acerca de alguno
de los Misterios y ella me dijo: "Preguntale a Adriana, pues
ella los sabe todos de memoria" Pensé: "No puede
ser, ésta está loca". Hoy con inmenso placer
aseguro saber todos los Misterios de memoria pudiendo decirlos de
atrás para adelante o vicerversa. Y no por una cuestión
de aprendizaje o memoria, sino por lo que te decía antes:
cuanto bien me hace rezar. Desde que comencé a hacerlo me
di cuenta que no sólo pidiendo y agradeciendo por mí
y mi familia siento placer y esperanza, descubrí que pedir
y agradecer por los demás, esos a los que muchas veces no
conocés y que ni siquiera te lo agradecen e incluso quizás
te pagan mal, también te reconforta. Puedo asegurar con toda
sinceridad y convicción, con Dios como mi testigo, que mis
fuerzas, mis ganas, mis acciones, están y, sobretodo, en
la calle, estarán destinadas a ser cada día más
parecido a ustedes. A ser más humano. En definitiva a ser
mejor persona.
Estoy convencido de poder serlo, tengo todas las fuerzas para hacerlo.
Pero algo me dice que ya se acaba mi tiempo. Y estoy realmente
harto, Adriana, harto de estar harto. Siempre hice, durante mi detención,
lo que me dijeron que debía hacer. Acepté y acaté
todo lo que me impusieron. Ya no más, sólo hice un
impasse, por el gran respeto que siento por ustedes. Verlas ese
día que volvía del Juzgado, siendo cerca de las 20
hs. y sabiendo que habían arrancado a la mañana muy
temprano, haciendo todo por el prójimo y absolutamente gratis
me hizo imposible discutir con ustedes. Me pareció que, en
ese momento, seguir con mi actitud ante su sacrificio podía
bastardear mi lucha y mi sa-crificio. Pues puedo asegurarles chicas
que cuesta muchísimo decidir morirse, y encima de hambre
cuando se tienen tantos motivos como los que tengo para vivir. Eso
es lo que quiero, vivir, vivir junto a los míos, a ustedes
si me permiten trabajar codo a codo, con los que las ayudan en su
gran obra. Viviana, mi señora, me conoce, más que
nadie en este mundo, y puede decirles que pueden confiar ciegamente
en mí. Aunque tampoco pido eso. No pretendo un "cheque
en blanco", sólo pido una ayuda que esté al alcance
de ustedes. Yo te aseguro Adriana que no vas a arrepentirte. Pero
eso es lo que yo aseguro y vos no me conocés. También
sé que algunas personas te "bardearon" y que por
eso tenés ganas de mandar todo a la mi... Si realmente lo
hicieras nadie podría juzgarte. Por mi parte yo voy a rezar
todos los días porque eso no ocurra y voy a seguir pidiéndole
a Dios todos los días para que las bendiga.
Su hermano en Cristo.
Walter Antonio
UP31 F.Varela
Una carta al prójimo
Mi nombre es Jorge y quiero que juntos podamos reflexionar por
un instante. No importa si te gusta o no, sólo vos decidís
si lo tomás o lo dejás.
Yo siempre dije que el ser humano es inteligente, sabe lo bueno
y lo malo, muchos tomamos lo malo para perjudicar al que está
al lado de uno. En todo este tiempo me he estudiado a mí
mismo y he notado todo el mal que le hice a mucha gente, lo cual
no sirvió de nada, por eso estoy donde estoy: preso.
Yo digo que si hemos hecho mucho daño y dejamos de lado
todo eso y optamos por lo bueno, veremos que existimos y tenemos
mucho para dar sin pedir nada a cambio. El tiempo será testigo
de los frutos que sin duda vendrán, y no sólo vendrán
los frutos sino que veremos que nos sentiremos satisfechos. Te lo
digo por experiencia propia, porque he encontrado el sentido de
la vida y de vivir cada día mejor.
Ayudar a una persona necesitada es amor, esperanza de que seremos
mejores y, a la vez, nos permite sentir una inmensa paz interior.
Sé que es difícil, pero deberíamos practicarlo
diariamente.
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